¡Bien, elfos, lo habéis conseguido! Habéis recogido mis preciados plátanos y devuelto algo de dignidad a este lugar. El Taller ya no parece el decorado de una película postapocalíptica, así que, en serio, buen trabajo. Pero esto no ha terminado…

Ahora que mis plátanos están donde tienen que estar, necesitamos guardarlos en mi despacho. No puedo andar por ahí con ellos, soy un mono de categoría, no un repartidor de fruta. El problema es que, bueno… no sé muy bien cómo deciros esto, pero he perdido la llave.

Sí, sí, ya sé lo que estáis pensando: “Serafín, cómo se te ocurre perder la llave del despacho.” Bueno, pues os diré cómo: durante la fiesta, decidí que la llave era el utensilio perfecto para abrir una botella de sidra que se había quedado atascada. No preguntéis cómo acabó la botella (ni la llave), porque lo siguiente que recuerdo es que alguien gritó algo sobre espuma y renos mojados. En fin, adiós llave.

Pero tranquilos, porque no todo está perdido. Mi despacho tiene un mecanismo de emergencia que podemos usar para abrirlo. El único problema es que necesita un código, y ese código tiene que ver con los horarios del taller.